CIUDAD DE MÉXICO — Así comenzó el entierro de Liliana López, una gerente de una boutique de 37 años que murió de manera instantánea la noche del 3 de mayo al caer al vacío el vagón del metro en el que se trasladaba hacia su casa tras culminar su jornada de trabajo.
En medio de tres fosas, que habilitaron las autoridades para enterrar a las víctimas del accidente, Liliana fue sepultada el miércoles con sus cadenas, pulseras y reloj que solía usar en el Panteón de San Lorenzo, del municipio capitalino de Iztapalapa, entre los llantos de su hijo de 16 años, su esposo y algunos familiares.
“¿Por qué no quieren que todo el pueblo de México se dé cuenta de lo que en verdad está pasando?”, dijo molesto Jesús Sánchez, esposo de Liliana, al condenar la decisión de las autoridades de impedir el paso de la prensa al cementerio y agregó que “ya se empiezan a aventar la pelotita que fue la administración pasada… Eso no se vale, que jueguen así con los sentimientos de la gente, que se burlen de esa manera”.
Al quejarse del manejo del caso, el mexicano denunció que luego de más de 12 horas del accidente tuvo que reconocer el cuerpo de su esposa dentro de una bolsa en una ambulancia. “Esa no es la manera de tratar a una persona”, acotó.
Con los ojos llenos de lágrimas, casi a punto de llorar, este gerente de mantenimiento de 50 años afirmó que el dolor no lo detendría y que entablará una acción legal contra el gobierno de Ciudad de México por su “negligencia” y el “atentado contra la vida de las personas”.
José Luis Hernández Martínez, un hojalatero de 61 años, también fue enterrado el miércoles en el Panteón de San Lorenzo, en medio del gran hermetismo de las autoridades que apostaron más de una veintena de policías en el lugar para limitar el paso de los visitantes y la prensa. El hombre viajaba el lunes por la noche en un tren que había salido del subsuelo de la ciudad y circulaba por un tramo elevado lejos del centro cuando dos de sus vagones naranjas cayeron al vacío.
José Luis murió en el acto, indicó su hijo, Luis Adrián Hernández Juárez. Es uno de los fallecidos de uno los peores accidentes de metro del mundo y que cobró la vida de 25 personas, según la última cifra dada a conocer por la fiscalía capitalina el martes por la noche. Más de 70 personas resultaron heridas.
“Mi papá fue rescatado sin signos vitales. Con traumas en el tórax, en el cerebro, en los pies, en las rodillas, hematomas”, dijo su hijo, que se aferraba al certificado de defunción. El personal de emergencias le dijo que su padre había quedado aplastado por otros pasajeros. “Es algo muy feo ver a tu padre así por última vez”.
La ira y la frustración bullían entre los familiares de las víctimas y los que utilizan cada día la amplia red del metro.
“Nadie va a devolverme a mi papá aunque me den 10 millones de pesos”, lamentó Luis Adrián, que expresó su preocupación porque su madre se había quedado sin fuente de ingresos.
Los primeros datos apuntan a un fallo estructural en las vigas de apoyo como causa del siniestro, según las autoridades.
La alcaldesa Claudia Sheinbaum instó a la población a evitar especulaciones y prometió una investigación profunda e independiente. Las autoridades esperaban presentar un primer informe preliminar sobre accidente el viernes.
La Línea 12 es la más larga y nueva de Ciudad de México, pero ha tenido una sucesión de problemas desde que empezó a operar en 2012. Su recorrido llega hasta la zona más rural al sur de la ciudad. Unos 220.000 pasajeros la utilizan a diario.
La indignación de la gente ya ha encontrado varios blancos, como la directora del metro, Florencia Serranía. Sheinbaum dijo que no había recibido reportes de problemas en la Línea 12 que sugirieran la posibilidad de un fallo como el del lunes por la noche.
Serranía dijo el martes que la línea recibía una inspección diaria “muy rigurosa”. También se revisó en junio de 2020 tras un sismo fuerte pero que no dejó daños significativos en la ciudad, añadió. Un reporte municipal de 2017 identificó, sin embargo, daños importantes en un tramo de la línea tras el terremoto de magnitud 7,1 de ese año.
El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que fue alcalde de la Ciudad de México entre 2006 y 2012, cuando se construyó la línea, también recibió críticas. Ampliamente considerado como el posible sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador, Ebrard dijo que los responsables debían ser identificados y añadió que colaboraría con las autoridades.
Sin embargo, podría tomar meses determinar qué provocó el accidente e identificar a un responsable. Sos familiares de muchas víctimas afrontan necesidades inmediatas provocadas por la pérdida de sus cabezas de familia.
Gisela Rioja pasó el lunes por la noche y el martes por la mañana recorriendo los hospitales de la ciudad en busca de información sobre su marido, Miguel Ángel Espinosa Flores, que trabajaba en unos grandes almacenes a unas pocas paradas del lugar del accidente.
Lo encontró el martes en una morgue en el barrio de Iztapalapa. Lo describió como trabajador, responsable y feliz. Ella y sus dos hijos dependían de sus ingresos.
“Yo quiero justicia para mi esposo porque no con un simple perdón va a regresar con nosotros”, dijo. “Para mí era un amor, para mí era todo. Me duele mucho, mucho, mucho por cómo terminó.”
Luisa Martínez esperaba sentada el martes por la tarde ante las oficinas municipales de Iztapalapa a que se entregara el cadáver del esposo de su sobrina, Carlos Pineda, un dentista de 38 años. Pineda deja una esposa y dos hijos, de 7 y 13 años.
?Él era el que mantenía a su familia. Ahora ellos quedaron sin sustento”, dijo Martínez. “Nos tienen que indemnizar ahora. No lo quiero en un año ni en dos años como todo trámite burocrático”.