Porfirio Muñoz Ledo dejó el encierro de un año y la pantalla lejana para encabezar la oposición al “regalazo”.
“¡Me opongo con toda la fuerza y convicción de mi ser, con todo el esfuerzo memorioso que hemos hecho desde 1988 para instaurar en el país un orden democrático y no una república autoritaria, a este insensato proyecto de violar la Constitución Política del país! “, manifestó contundente, ya vacunado contra Covid-19 y sin cubrebocas.
Regresó a la tribuna de la Cámara de Diputados y por una hora y 23 minutos, el ex presidente de la Mesa Directiva acaparó el debate efectuado en la madrugada, con la advertencia de que no se trata de una prolongación de mandato para Zaldívar, sino de una reelección disfrazada.
“Aquí hay para siempre equilibrio de poderes y es lo mismo por lo que estamos peleando hoy. Y lo vamos a ganar”, señaló sobre la reforma aprobada ayer.
Y en lo que pudo haber sido su última intervención en una plenaria del Congreso, ironizó y sentenció en su estilo mordaz:
“México no es un rancho, ni Macuspana, ni Batopilas. México es una gran nación. La democracia tiene que defenderse todos los días.
“Ser machista, ser autoritario, ser centralista, ser discriminatorio y ser chicharronista. Este es el país de solo mis chicharrones truenan”, alertó.